Duelo
La vida cambia, y a veces lo hace de manera radical, cuando se produce la muerte de alguien a quien queremos en nuestro entorno más cercano.
Superar la muerte de un ser querido: fases y proceso
Aunque sabemos que la muerte forma parte natural del ciclo vital y que la cultura nos ayuda a prepararnos para afrontar la pérdida de un ser querido, el periodo de sufrimiento por el que tenemos que atravesar es inevitable.
Los recursos emocionales, la historia de vivencias, la relación con la persona fallecida, la manera como se ha producido la pérdida etc. hacen que la reacción ante la muerte del ser querido se viva de manera diferente para cada persona.
Vivenciar la experiencia de la pérdida de alguien a quien se quiere causa un intenso dolor. Una especie de tsunami emocional en el que la rabia, el dolor, el miedo, la angustia parece que se hayan instalado en nosotros y habiten en nuestro interior sin control.
La persona que se queda siempre necesita un tiempo para convivir, entender y hacerse a una vida nueva tras ese cambio sustancial y sin marcha atrás por el que tiene que transitar.
Muerte de un ser querido: proceso psicológico
El duelo es el proceso por el que se atraviesa cuando sufrimos la pérdida de alguien a quien queremos.
Suele durar entre seis meses y dos años, pero este tiempo depende de muchos factores: la capacidad de adaptación del doliente a las nuevas situaciones, los recursos emocionales, las circunstancias en las que se haya producido el fallecimiento, la relación con la persona fallecida, la red de apoyo social…
El proceso de aceptación de la pérdida se vive en cada persona de manera diferente.
Habitualmente, y durante un tiempo, la persona suele abandonar o limitar sus relaciones sociales, acaparar objetos de la persona fallecida, visitar lugares significativos, soñar con la persona que se ha ido….
Pero también hay personas que, para soportar mejor el dolor ante la pérdida, hacen justo lo contrario.
Muerte de un ser querido: fases
Según Elisabeth Kübler-Ross, psiquiatra suiza-estadounidense, a la que se deben los estudios más profundos sobre este proceso, las etapas del duelo serían cinco:
1. Negación
Es una primera fase defensiva, en la que la persona necesita postergar el impacto de la agresión psicológica que supone la noticia de la pérdida.
La negación es una primera barrera psicológica en la que la persona necesita tomar distancia temporal de lo que le ha sucedido en un intento de amortiguar el profundo impacto emocional que ha sufrido.
2. Negociación con la realidad
La negociación con la realidad es un nuevo mecanismo defensivo en el que la persona trata de evitar lo inaceptable. En esta etapa se suele volver al pasado, se rememora lo sucedido, se piensa que si se hubiera actuado de otra manera todo se habría desarrollado de manera diferente…
3. Tristeza, depresión
Los intentos anteriores para escapar de la realidad fracasan y no queda más remedio que aceptar la realidad: nunca más se va a estar con nuestro ser querido.
El futuro asusta, duele afrontar el día a día, el dolor emocional se impone y la impotencia nos inunda.
Esta etapa es fundamental. Se hace imprescindible enfrentarse al dolor para poder trascender a él y avanzar hasta el siguiente momento: la ira.
4. Ira
Enfado hacia nosotros o nosotras, hacia el ser querido que se ha ido, hacia los familiares, el entorno, las circunstancias… Aparece el enojo hacia la vida.
¿Por qué me ha pasado esto?
¿Por qué a mí?
¿Por qué ahora?
5. Aceptación
Este momento de aceptación de la realidad aparece cuando la persona doliente ha elaborado su ansiedad, su miedo y su cólera.
Se logran resolver los asuntos incompletos, se consigue abandonar el estado de tristeza y afrontar el dolor.
Se sabe, en definitiva, que no es posible renunciar ni escapar de la realidad y que hay que prepararse para el futuro una vez lograda la paz interior. La vida se abre camino.
Continuar con la vida tras la muerte de un ser querido
Durante el proceso de aceptar la pérdida del ser querido, parece que la vida se detiene.
El temor, la ansiedad, la tristeza, la culpa, etc son emociones que se agolpan durante este proceso a menudo paralizante. Continuar con las obligaciones habituales de la vida a menudo se hace difícil.
La persona doliente precisa una gran comprensión de su entorno. Necesita procesar sus emociones, expresar su dolor para poder caminar junto a él y posteriormente liberarse de su sufrimiento.
Compartir el dolor con las personas que componen la red de apoyo. Hablar sobre la muerte de la persona que se ha ido ayuda a comprender lo que ha ocurrido y a aceptar los sentimientos.
Pese a que el dolor que comporta el proceso de duelo es inevitable, el recibir una ayuda psicológica especializada sirve de soporte y guía para aliviar y superar el duelo.
La terapia psicológica, desde el acompañamiento, contribuye a manejar la ansiedad, la culpa, la rabia o la tristeza y a prevenir la instauración de un duelo patológico.
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