Cuando los adultos hacemos uso de la atención plena en nuestro día a día obtenemos una serie de beneficios que nos ayudan a desconectar de la vorágine de estrés y aceleración en la que estamos inmersos casi sin darnos cuenta.

Si el Mindfulness es útil para los adultos, ¿por qué no va a serlo para los niños? No ya únicamente por los beneficios inmediatos que obtengan de su práctica sino también por los beneficios a largo plazo que ya habrán adquirido una vez que se conviertan en adultos y hayan interiorizado la práctica del Mindfulness.

Hoy en día hay muchas escuelas en el mundo que han incluído la práctica del Mindfulness en sus aulas. Son los casos de Holanda, Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá o Australia. En todos estos países se está introduciendo de manera progresiva en las aulas con la intención de aprovechar que en los primeros años de vida el cerebro del niños es mucho más permeable y receptivo ante este tipo de prácticas.

 

Beneficios del Mindfulness en la infancia

La infancia es una etapa de la vida especialmente sensible para la generación de distintos traumas (divorcios, problemas familiares, malos tratos, abusos) que en muchos casos acompañarán al niño hasta su etapa adulta, dificultando su superación.

Se ha demostrado que el Mindfulness es una técnica muy útil y eficaz para reducir los síntomas de estrés, depresión y ansiedad. Por tanto, puede actuar como una barrera protectora a nivel psicológico para paliar los posibles efectos adversos de situaciones negativas en la vida de los niños, dificultando la aparición de traumas duraderos.

Otros estudios han encontrado relaciones positivas entre la práctica del Mindulness en niños y su rendimiento académico. Esto es así ya que el Mindfulness ayuda a los niños a gestionar mejor su ansiedad frente a los exámenes y por lo tanto se produce un mejor desempeño.

También existen una serie de cambios a nivel cerebral. La práctica frecuente y sistemática del Mindfulness hace que la amígdala reaccione con menor intensidad ante determinados estímulos y por lo tanto se reduce la intensidad de las emociones asociadas con el miedo, la ira o la frustración, emociones muy frecuentes y normales en los niños.

 

Puntos a tener en cuenta a la hora de practicar Mindfulness con niños

No existe una manera correcta o incorrecta de practicar Mindfulness, cada niño debe encontrar su propio estilo en el que se sienta cómodo, sin forzarlo ni emitiendo ningún juicio de valor. Si esto es importante para la práctica de un adulto, todavía lo es más para un niño.

Es importante conseguir que la práctica del Mindfulness se convierta en un momento divertido en el que los niños puedan disfrutar aprendiendo y explorando distintas sensaciones. No debe convertirse en una obligación que provoque rechazo en ellos.

También es importante no perder de vista que se trata de niños y su capacidad de atención y contemplación no es la misma que la que pueda tener un adulto. Conviene comenzar por periodos cortos de tiempo (5 o 10 minutos) para ir aumentándolos paulatinamente conforme veamos que los niños se van encontrando más cómodos y comienzan a interiorizar la práctica.

 

Estrategias divertidas de Mindfulness para niños

 

La táctica del super héroe

En este ejercicio les diremos a los niños que se van a convertir en super héroes que tendrán sus sentidos hiper desarrollados, especialmente el del oído. Les diremos que deben permanecer en silencio intentando escuchar cualquier sonido, por pequeño que sea, que se produzca a su alrededor.

 

El tiempo interior

En este ejercicio se realiza una comparación entre las emociones y distintas condiciones meteorológicas. De esta manera se les pregunta a los niños “qué tiempo hace en su interior”, si hace sol es que están felices, si está nublado es que están tristes.

 

El paseo para “darse cuenta”

No siempre resulta sencillo conseguir que un niño (o un grupo de niños en el caso de un aula) permanezca sentado en silencio realizando alguna de las prácticas. Sin embargo, el Mindfulness no se reduce a esto ya que existen diferentes técnicas de atención plena más dinámicas y que pueden resultar más sencillas de realizar con niños.

El paseo para “darse cuenta” consiste precisamente en salir a caminar con el niño y animarle a darse cuenta de cosas que normalmente escaparían a su atención. Desde el llanto de un bebé a lo lejos, el ladrido de un perro o el canto de un pájaro.

 

Comer con atención plena

Otra técnica dinámica muy sencilla y perfectamente aplicable a los niños es comer algo con atención plena. Puede servir cualquier tipo de fruta o incluso el ejemplo clásico de una uva pasa. Se le explica al niño que debe prestar atención a las distintas sensaciones y sabores que se van produciendo en su boca conforme va comiendo el alimento.