¿Qué es la asertividad?

La asertividad es una forma de comunicación que consiste en defender tus derechos, realizar sugerencias o exponer tu punto de vista sobre un determinado tema respetando las necesidades de los demás y sobre todo las tuyas propias.

La asertividad nos permite encontrar ese punto de equilibrio que consigue que nuestro mensaje no sea ni demasiado agresivo ni demasiado frágil.

 

¿Es posible mejorarla?

 

Al igual que mediante la práctica podemos mejorar cualquier forma de comunicación (un idioma por ejemplo), la asertividad también se puede desarrollar y mejorar a través de la práctica.

¿Qué ganas al mejorar tu asertividad?

 

Cuando transmites tu mensaje de forma asertiva, tendrás mayores probabilidades de conseguir aquello que necesitas, y además demostrarás autoconfianza y respeto por ti mismo.

 

5 formas de desarrollar tu asertividad 

 

Existen muchas formas y técnicas distintas para desarrollar tu asertividad. A continuación te muestro cuáles son las más útiles y sencillas de aplicar.

1. Sé consciente de tus pensamientos negativos y reemplázalos por otros más adaptativos

Es posible que en ocasiones no sepamos decir “no” a determinadas actitudes de las personas que nos rodean porque un determinado pensamiento negativo se nos ha cruzado por la mente y nos ha hecho actuar de forma opuesta a nuestros intereses.

Imagínate que un compañero de trabajo te pide un cambio de turno porque tiene una comida familiar, sin embargo tú también tienes planes con tus amigos para ese día y acabas accediendo a su petición porque crees que si no lo hicieras “serías un mal compañero de trabajo”. No es la primera vez que tu compañero te pide algo así, y sin embargo tú nunca le has hecho la misma petición.

Trata de sustituir este tipo de pensamientos por otros más adaptativos como por ejemplo “yo también tengo derecho a disfrutar de mis planes” o “ya le cambiaré el turno cuando sea algo realmente necesario”. 

2. Evita dar juicios de valor

 

Este suele ser un error de las personas que tienen una forma de comunicar agresiva. Imagína que vas a un restaurante y no te ha gustado la comida. Al finalizar tu plato, se acerca el camarero y te pregunta qué te ha parecido.

En lugar de transmitir un mensaje agresivo del tipo “la comida está malísima” puedes utilizar un mensaje más asertivo como “la comida no me ha gustado porque me ha resultado muy salada”.

3. Explica tus motivos

 

Una forma magnífica de conseguir aquello que necesitas es añadir motivos a tu petición. De esta manera incrementarás tus probabilidades de éxito ya que tu interlocutor conocerá las razones verdaderas que se esconden detrás de tu mensaje.

Imagina la siguiente situación:

Te presentas ante tu jefe para solicitarle disfrutar de tus vacaciones durante el mes de agosto, que suelen ser unas fechas muy demandadas por el resto de trabajadores. Si le explicas que llevas varios años sin poder escoger este mes y que además es el único mes en que puedes coincidir con las vacaciones de tu pareja, las probabilidades de que acceda a tu petición aumentarán.

De igual manera también puedes añadir motivos cuando seas tú el que esté dando una negativa ante una petición. Por ejemplo, si un amigo te pide que le dejes el coche una tarde en concreto, en lugar de responderle con un “no” seco y cortante, puedes explicarle que precisamente esa tarde necesitas el coche para ir a recoger a tus hijos al colegio.

4. Habla desde el “yo” y no desde el “tú”

 

Es habitual que alguien se sienta atacado cuando utilizas la palabra “tú” en tus argumentos. Por esta razón es muy importante practicar un estilo de comunicación más centrado en tus propias emociones y sentimientos.

En lugar de decir “siempre me avisas a última hora” podrías decir “te agradecería que la próxima vez me avises con un poco de antelación”.

Como puedes observar, hemos sustituido un ataque directo hacia una determinada forma de actuar y en su lugar hemos empleado una petición educada centrada en nuestras propias necesidades.

5. Contagia tus emociones a los demás

 

Este punto está muy relacionado con el anterior. Cuando colocas tus emociones en el lugar principal de la comunicación, consigues despertar la empatía en tu interlocutor.

En la sociedad actual no es demasiado habitual hablar de nuestras emociones con franqueza, por esta razón cuando las muestras en medio de una conversación, esto puede hacer que las personas reflexionen y se pongan en tu lugar.

Gracias a ello se incrementan las probabilidades de que tus necesidades acaben siendo satisfechas.

En lugar de utilizar frases como “nunca cuentas conmigo para repasar los deberes de nuestro hijo” puedes intentar utilizar otras frases más asertivas y emocionales como “me siento poco valorada cuando no cuentas conmigo para repasar los deberes de nuestro hijo”.

Espero que estas sugerencias te ayuden a desarrollar un estilo de comunicación más asertivo con el que puedas poner tus necesidades en primer lugar.